"Soy un cadáver. No, eso es demasiado melodramático. No soy ningún cadáver. Pero no me respeto. Ya sé que parece absurdo y pretencioso. La mayoría de la gente no tiene una gran autoestima. Humillados, ahogados y escupidos. Están vivos y eso es lo único que saben. No conocen otra alternativa. Pero aunque la conocieran, jamás lucharían por ella. ¿Se puede enfermar de humillación? ¿O es una enfermedad que todos padecemos? Se nos llena la boca hablando de libertad. ¿La libertad no es un veneno para los humillados? ¿O es sólo una droga que usan para poder soportar su humillación? Ya no lo aguanto más. Me he rendido. No lo soporto más. Los días pasan. Me ahogo con la comida que trago, la mierda que echo y las palabras que digo. Con la luz que me grita todas las mañanas que me levante. Con los sueños que me persiguen. O con la oscuridad repleta de fantasmas y recuerdos. ¿Nunca te has fijado en que cuanto peor está una persona menos se queja? Se quedan muy silenciosos. Aunque sean seres vivos con nervios y ojos. Vastos ejércitos de víctimas y ahorcados. La luz que se alza y cae, pesadamente. El frío llega. La oscuridad. El calor, el olor. Todos se quedan callados. Ya no podemos irnos. Es demasiado tarde. Todo llega demasiado tarde"
Andreas Winkelman,
En Passion - Ingman Bergman
Respirar. |